Mezclar sabor y sonido: una experiencia sensorial amplificada

Si de experiencia multisensorial hablamos, la comida puede ser una de las más completas que podamos encontrar… Más allá de poner a prueba, como es obvio, nuestro sentido del gusto, cuántas veces hemos resaltado que “comemos con los ojos”… ¡Y es cierto! La vista, el gusto, pero también el olfato, el tacto y el oído son sentidos que intervienen en un acto tan prosaico como es el de comer.

Y, por ello, es inevitable que dos artes como la gastronomía y la música hayan encontrado numerosos vínculos de conexión entre ellas…

Experiencia sensorial complementada

La unión entre comida y música se ha dado de forma persistente a lo largo de la historia. Esta íntima conexión parece que tiene mucho que ver con el hecho de que ambas han servido, históricamente, como elementos clave de unión entre personas, siendo imprescindibles en celebraciones, actos festivos y ejerciendo como vehículos conductores de interacción social.

Si lo pensamos con detenimiento, tiene todo el sentido ya que ambas tienen la capacidad de generar experiencias sensoriales y emocionales muy profundas. Sabores, olores y sonidos tienen esa capacidad incontestable de evocar recuerdos y despertar emociones; por lo que la fusión de comida y música estaba destinada a producirse. De hecho, el científico y otorrinolaringólogo Thomas Hummel, explica esta relación basándose en que cuando comemos y escuchamos música, se activan las mismas zonas cerebrales que nos provocan placer y recompensa y regulan nuestro estado de ánimo.

Desde luego, existen ejemplos de platos de grandes chefs creados a través de la inspiración musical; pero… ¿quién no ha cantado mientras cocinaba? Ya sea acompañados de la radio o de una playlist, este acto tan trivial pone de manifiesto cómo música y comida son actividades complementarias de forma natural en el día a día.

 

El poder de la música sobre la comida

La pregunta sobre la relación entre lo que comemos y lo que escuchamos no es nueva. De hecho, se ha tratado de contestar en más de una ocasión y desde una perspectiva académica y científica…

Quizá el estudio con más relevancia se realizó en la Universidad de Arkansas, donde de forma empírica se estudió la aplicación en un restaurante de cuatro estilos musicales (jazz, hip-hop, clásica y rock), junto con la oferta de alimentos considerados emocionales (como el chocolate) y no emocionales. De este estudio se pudo extraer como músicas con el jazz, caracterizadas por un tempo lento nos hacen disfrutar más de lo que comemos, alargando las sensaciones placenteras que nos provoca cada bocado.

Al igual que ocurría con el uso del color en los restaurantes, la música que nos envuelve tiene también el poder de “afectarnos” como comensales: tendemos a comer más y más rápido si el ambiente sonoro ofrece más estímulos y energía; mientras que las atmósferas relajadas propician el disfrute, pero no la ingesta de mayor cantidad de comida.

Lo que está claro es que la experiencia sensorial al combinar la música con la comida se completa y amplifica. Renombrados chefs lo han explorado, como es el caso de Heston Blumenthal, quien ha experimentado con la conexión entre comida y música en su restaurante utilizando sonidos específicos para realzar ciertos sabores en sus platos, creando una experiencia multisensorial única para sus comensales.

 

La influencia de la gastronomía en la música

La influencia de música y comida es recíproca. Y la prueba es que tenemos un extenso listado de canciones y piezas musicales protagonizadas por la gastronomía.

Desde el famoso compositor Ludwig van Beethoven, quien era conocido por ser un amante de la comida y de quien se especula que su novena sinfonía, conocida como la «Coral», fue inspirada por sus experiencias gastronómicas, buscando capturar la abundancia de la vida a través de la música.

Hasta canciones que se han convertido himnos y que ensalzan un plato, un alimento o alguna figura clave dentro de la disciplina de la gastronomía. La selección no es fácil pero seguramente según se lean los siguientes títulos, la música correspondiente empezará a sonar en nuestras cabezas:

  • “Cocinero, cocinero”, copla de Antonio Molina que proclamaba su amor por las legumbres -y su conocimiento para una alimentación súper equilibrada con proteínas vegetales- con el “arroz con habichuelas”
  • “Échale guindas al pavo” era el consejo gastronómico que nos daba Lola Flores en uno de los estribillos gastronómicos más populares
  • “Ojalá que llueva café”, himno de Juan Luis Guerra donde las metáforas de comida significan aún todavía más
  • el increíble recuerdo de “Con las manos en la masa”, canción de Vainica Doble que también daba nombre al homónimo programa de cocina que llevó las recetas más clásicas a todas las casas por primera vez desde la televisión

 

Visto lo visto, está claro que la relación entre comida, gastronomía y música ofrece una oportunidad emocionante para elevar nuestras experiencias cotidianas a nuevas alturas sensoriales. Así que ya sabes: ante la duda, acompaña la comida con una buena ración de música.