Los callos, un guiso tan antiguo que nació de la gente pobre, que iba a recoger al matadero lo que los demás no querían, y así poder comer algún plato para subsistir, son hoy en día un manjar para muchos.
Si has tenido la oportunidad de ojear recetarios antiguos verás que la receta de los callos no falta en casi ninguno, La encontramos en “El practicón”, en “la vuelta al mundo en 80 callos”, en “carmencita o la buena cocinera”, o en “la cocina completa” de la Marquesa de Parabere, libros antiguos donde los haya, y que si eres amante de la cocina no deberías perderte.
Los callos, sobretodo a la madrileña, son uno de los platos de invierno más típicos de la gastronomía española y es que antiguamente se comían los callos para entrar en calor y poder ir después a trabajar al campo.
Pues bien, esta receta que os traemos hoy, ahora que parece que ya viene el fresquito es muy típica de la gastronomía gallega, y no es otra que los callos con garbanzos, un plato, que aunque hecho con alimentos nada lujosos, el resultado es como para quitarse el sombrero.
Este es un guisote de invierno (aunque algunos no lo perdonan en épocas de calor), de esos de juntar a la familia y disfrutar, pero si al final preparas un buen puchero y te sobra, es perfecto para congelar en recipientes individuales e ir sacando más adelante, lo agradecerás cuando no hayas tenido tiempo para cocinar.
Por si no lo sabías, los callos son las paredes de la panza del cerdo (aunque también pueden ser de la vaca), y se comen, en este caso, con garbanzos y chorizo. Un plato que no deberías perderte, muy sabroso y delicioso, en definitiva un plato que no te dejará indiferente.
Receta de Callos con garbanzos
- 165 min
- Dificultad media
- 6 comensales
Ingredientes
250 g de garbanzos seco Origen Luengo
500 g de callos de ternera
400 g de morro de ternera
1 mano de ternera
1 chorizo asturiano
1 cebolla
2 zanahorias
1 puerro
2 hojas de laurel
Para el sofrito:
1 cebolla
4 dientes de ajo
1 guindilla
100 g de jamón picado
1c/c de pimentón
1c/c pimentón picante
1c/s de harina
100 ml de vino blanco
200 g de tomate frito