La sopa de cebolla es uno de los caldos más famosos y extendidos. Se trata de una elaboración propia de las clases humildes. Un plato ‘pobre’ por el uso de ingredientes básicos y fáciles de conseguir como es la cebolla y el pan, que permitió alimentarse a cientos de personas durante los periodos de hambruna como la Edad Media.
De origen francés, ganó popularidad durante la época de la Revolución Francesa, pues a altas horas de la madrugada acostumbraban a tomar algo caliente para entonar el cuerpo en el mercado de abastos de les Halles de París. Pasó de ser la comida de los trabajadores del mercado a extenderse como plato consumido por transeúntes y noctámbulos de la zona.
La melosa textura de la cebolla pochada, el reconocible sabor de la mantequilla y el pan tostado hacen de este un plato delicioso en cualquier época del año, pero en invierno es un auténtico placer saborear a cucharadas esta receta caliente. Añadiéndole garbanzos conseguimos completar y enriquecer nuestra receta, pues los nutrientes de las legumbres son muy completos.
Ahora imagínate en el sofá sosteniendo un cuenco calentito de esta rica sopa y viendo tu serie favorita… ¿puede haber mejor plan para un día de frío? Prepara una buena cazuela ¡porque vas a querer repetir!
Receta de Sopa de cebolla y garbanzos
- 35 min
- Dificultad baja
- 4 comensales

Ingredientes
750 g de cebolla blanca
40 g de mantequilla
150 g de garbanzos cocidos Luengo
2 dientes de ajo
1 c/c de harina
1 L de caldo de verdura
4 rebanadas de pan tostado
Queso rallado emmenthal
Aceite
Pimienta
Sal
1 huevo